“Me encontraba afuera del colegio y mi estómago empezó a rugir peor que un león furioso, y aunque al principio creí que era porque tenía hambre, luego me di cuenta de que se trataba de un gran gas a punto de salir. Entonces resistí lo más que pude hasta que decidí expulsarlo justo cuando un enorme y ruidoso camión iba pasando por la calle, esto con la intención de que nadie me escuchara; sin embargo, y para sorpresa de todos, el gas fue más ruidoso que el vehículo. Obvio, todos se dieron cuenta y se empezaron a reír de mí, mientras que yo lo único que deseaba era desaparecer, ¡fue horrible!”